domingo, 26 de enero de 2014

CUANDO EL INICIO ES EL FINAL

 Publicamos aquí las emotivas palabras de nuestra compañera M.E. Valbuena, con motivo del reciente fallecimiento de su hermano 

En las primeras horas del 2014, cuando todo son felicitaciones de año nuevo y buenos propósitos, cuando los más trasnochadores regresaban a casa, la muerte vino a buscar a mi hermano. Lo hizo mientras dormía, plácidamente, sin aviso ni aspavientos, sin dolor. 

Hacen falta ilusión y fuerzas para iniciar nuevos proyectos, en este caso un nuevo año, y él no tenía ni la una ni las otras. Hacía tiempo que vivía sin ilusión, a salto de mata, sin alegría, buscando sus fuerzas en la ironía y en el humor ácido que tan bien controlaba. 

Su brillante trayectoria profesional y su buen hacer en el trabajo ha quedado patente estos días de duelo, con las muestras de cariño que tanto compañeros como alumnos le han brindado y nos han hecho llegar. Sin embargo, su vida personal se había ido convirtiendo en una espiral de aislamiento sin retorno, sin anclajes ni ataduras emocionales. 

Sus amigos más íntimos y su familiares directos conocíamos el desapego y las barreras de incomunicación que creaba a su alrededor, supongo yo que en un intento de protegerse para no sufrir las decepciones de la vida cotidiana. Me consta que somos muchos los que le queríamos, pero nunca quiso nuestra ayuda ni nuestro cariño, probablemente porque él no se quería a sí mismo. 

No puedo afirmar que haya algo después de la muerte. Quiero creer que sí, aunque sea sólo un autoconsuelo. Lo que está claro es que si no hay nada tampoco habrá sufrimiento ni dolor, de tal forma que esté donde esté tendrá la paz que le faltó mientras vivía entre nosotros. 

Como escribió Juan Ramón Jiménez (“Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando”) la vida seguirá sin él, por supuesto, pero será distinta. 

M.E. Valbuena (Voluntaria del TE de Leon)

No hay comentarios:

Publicar un comentario