martes, 13 de mayo de 2014

VIDA Y MUERTE

"La muerte enseña a vivir y la vida a morir".
            
La caída de las hojas de los árboles y de las hojas del calendario son una invitación a caer en la cuenta de que también nosotros los hombres y mujeres estamos de paso. El pensamiento sereno de que nuestra vida sobre la tierra tiene un límite, el saber que algún día nos hemos de despedir de nuestros paisajes, de nuestras casas, de los nuestros, de nuestro entrañable mundo, nos puede ayudar a ser más sencillos, humildes y sensatos. "La muerte despoja a la vida de toda seriedad", nos dice Paul Valery.

La muerte y la vida van de la mano, como dos hermanas inseparables. A veces una puede tirar de la otra y hasta contradecirse y hacerse daño; pero ambas pueden ayudarse mutuamente a entenderse y explicarse a sí mismas. Tanto la vida como la muerte, que tienen nombre de mujer, no dejan de ser misteriosas, pero pueden llevarse bien entre sí.

El gran poeta hindú Tagore expresa bellamente este entramado tan estrecho entre vida y muerte: "La muerte como el nacimiento es propio de la vida. Andar es tanto levantar el pie como bajarlo al suelo"...

Y el escritor latino Séneca nos hace caer en la cuenta de que tanto una como la otra requieren nuestro aprendizaje: "Necesitamos la vida entera para aprender a vivir, y también, cosa sorprendente, para aprender a morir."

Nos imaginamos un breve diálogo entre las dos.

La vida le dice a la muerte, hermana muerte, como le llama Francisco de Asís:

- No eres tan fea como te pintan.
- La verdad es que no resulto nada simpática, le responde la muerte; pero no soy tan mala ni despreciable, aunque a veces lo parezca; lo reconozco: pero para aquellos que quieran conocerme bien, les quiero decir que, a la luz natural y más aún a la luz de la fe, no soy la vieja desdentada de la guadaña en ristre, no soy ese agujero negro al fin del camino, ni tampoco un montón de desechos; soy una puerta hacia la luz, soy el fin de una aventura, soy la meta, el descanso; la peregrina que te deposita en la cálida arena, tras el naufragio, la hermana muerte que te deja en las manos del Padre, al regreso de tu largo viaje por la tierra.

- Tú, muerte, puedes iluminar el presente de nuestras vidas y darle dinamismo, si te descubrimos como el galardón, la hora del examen de amor, al atardecer de la vida. Es hermoso comprender a tiempo que la vida es tiempo de convivir, de desvivirse por los demás y de servir, que es tiempo de amar y de ser felices haciendo felices a los demas. Que lo importante no es saber si hay vida en el más allá, si no si hay vida o no antes de la muerte.

Sí, amigos, lo importante no es llenar la vida de muchos años, sino llenar los años de vida, pues "una vida inútil equivale a una muerte prematura". Se puede morir tranquilo si has cumplido tu misión. La muerte no señala el límite de la vida. Quién vive y muere amando, vive y vivirá siempre; aún  después de pasar por la muerte. "Sólo los optimistas sobrevivirán", escribe Phil Bosman.

Para el poeta oriolano Miguel Hernández, "Muchos tragos es la vida y un solo trago es la muerte". Y es otro poeta, José María Pemán, quién nos aconseja morir un poco cada día, para que el último trago no se nos atragante y nos haga pasar un mal rato:

"El que no sabe morir,
mientras vive, es vano o loco;
morir cada hora su poco,
es el modo de vivir".



MIGUEL ROS, Capuchino.
Orientador Familiar del TE de Valencia.

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